El mundo se olvidó de los abuelos…y los abuelos del mundo.

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el mundo se olvidó de los abuelos y los abuelos del mundo

Hoy me encuentro un poco “cañera”, y es así porque observo qué pasa con nosotros a través de los ojos de mis pacientes; y como todos, ansío aportar, así que, aquí os dejo este post.

Nos quejamos de que el mundo y nuestra sociedad es poco consciente; es poco profunda; que ya no tenemos en cuenta los valores y las cosas que llamamos importantes; y es cierto.

Una de las posibles razones, es porque no le dedicamos tiempo. Y quienes lo tienen para poder hacerlo, no lo hacen porque se sienten víctimas de la sociedad, de sus mentes y creencias y de sus cuerpos.
En una sociedad desarrollada realmente, todos sus habitantes tienen un gran valor. Todos son imprescindibles por su función; y la posición que se ocupa es fundamental para la sociedad en general y para las personas que la ejercen en particular.

Cada uno con su función puede llegar a sentirse muy útil, completo, y valorado; desarrollando lo que quiere experimentar; la vida.

Muchos padres y madres trabajan fuera y dentro de casa. Se ocupan de que los hogares “funcionen”, gestionando los recursos físicos: la comida, la ropa, el orden… Muchos padres y madres también desarrollan sus profesiones y carreras, lo cual es un pilar fundamental para ellos; tanto a nivel económico como a nivel personal; pero como el tiempo es lo que es, aquellos que tienen hijos quisieran pasar más tiempo con ellos y les animo a que así lo hagan y disfruten de ello; con calidad. Como siempre: poco y bueno, mejor que mucho y malo.

Pero hay personas cerca de nosotros, que pueden aportar mucho más. Primero porque tienen más experiencia de vida acumulada y segundo porque suelen tener más tiempo. Tiempo para enseñar las pequeñas-grandes cosas de la vida.

Los abuelos y abuelas están físicamente doloridos y algunos anímicamente hundidos porque sienten que ya no son útiles.

Digo que son víctimas porque así se sienten, realmente lo son; víctimas, pero de sí mismos; porque se creen realmente que lo único que se puede aportar es “hacer” cosas; cosas del hogar, de la huerta o hacer recados.

Puedo recordar a los abuelos (y me refiero con esta expresión a todas las personas de edad avanzada, tengan nietos o no) que ellos atesoran mucho más de lo que creen. Ciertamente, algunos ya no pueden “aportar” haciendo cosas como cocinar o llevar a un niño al colegio, pero sí pueden darle mucho a sus hijos, o a jóvenes padres, a través de dedicarles su tiempo a los niños y a los adolescentes. Tiempo y experiencia para hablar del valor de la amistad, el respeto por los demás, la importancia del perdón, el valor de creer en uno mismo…

Muchas familias no quieren hablar de estas cosas porque los abuelos “se meten” en la vida de los hijos, y en esta parte entiendo su posición. Todos tendríamos que aprender a no traspasar límites y a respetar las decisiones de otros, sean, desde nuestra opinión, acertadas o no. Los hijos tienen todo el derecho a acumular sus propias experiencias y sentirse libres de cometer sus propios errores.

Por parte de los abuelos queda, el respeto a los posibles aciertos y errores de sus hijos y centrarse en algo que sí pueden hacer y que pueden hacer mejor que nadie. Darles tiempo a sus nietos y a los niños, que estén cerca de ellos. Un abuelo te puede enseñar a escuchar el viento, y el río; a enamorarte de los árboles porque aprendes a observar cómo se dejan acariciar por el aire. Puede ayudar a desarrollar la imaginación porque juegan a hacer figuras con las nubes. Pueden enseñar el valor del trabajo y el amor por la naturaleza y los animales porque se paran a mirar cómo una hormiga trabaja. Un abuelo puede enseñar a admirar a la sabia Madre Naturaleza. Después no nos costará meterles en sus pequeñas cabezas la importancia de reciclar.

Intentemos dar espacio a nuestros mayores. Todos tenemos cosas que aportar.

Después nos quejamos que los niños sólo piensan en la tablet y en el ordenador.

María Garrido Garrido.

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