Ingredientes para una vida sana

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ENTREVISTA | José María Ordovás

No creo en la medicina personalizada tal y como se practica hoy
No creo en la medicina personalizada tal y como se practica hoy

Ordovás durante su visita a Santander.| David S. Bustamante

«La nutrición no lidia con un ente abstracto y único, sino que lidia con cada uno de nosotros que somos de nuestro padre y de nuestra madre», señala José María Ordovás para explicar de manera divulgativa que existe una relación entre la alimentación y la genética. Además de su labor como director del laboratorio de Nutrición y Genómica en la Universidad de Tufts (EEUU), profesor, director científico del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación (IMDEA) e investigador en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de Madrid, ofrece periódicamente a los lectores de ELMUNDO.es las claves para prevenir y mejorar con salud en sus ‘Ingredientes para una vida sana’.

«No creo en la medicina personalizada tal y como se está practicando hoy en día», afirma, al término del curso que ha impartido sobre Nutrigenómica y que ha organizado la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Por lo que sí apuesta es por aprovechar la tecnología disponible para obtener más información del genoma humano y emplearla de manera ética. «Desde el punto de vista práctico, no podemos individualizar la medicina, pero sí podemos agruparnos en términos de lo que es más apropiado para cada uno de nosotros», explica. Por eso, considera que cada población tiene una composición genética diferente y, aunque la pandemia de la obesidad se extiende cada vez más, hay que abordarla de manera diferente según el país.

«La solución está en comer de todo en plato de postre«, señala como punto común. A partir de ahí, indica que hay deficiencias enzimáticas en los individuos que provocan que necesiten más de un mineral, de una vitamina o al contrario. «Igual que hay gente que puede tomar café y luego no puede dormir, hay gente a quien le puede resultar beneficiosa una cantidad de algo o no. Es cuestión de encontrarlo y clasificar de una manera apropiada al individuo».

Ordovás pronostica que hasta dentro de cinco o seis años no se podrá democratizar el conocimiento de la predisposición genética de una persona, pero explica que la situación de crisis económica en España puede provocar alteraciones en los hábitos saludables de los que la padecen: «En sujetos predispuestos puede causar problemas físicos y psicológicos serios, como se ha contado también en Grecia». Como ejemplo, no sólo utiliza los abusos de los productos precocinados o congelados, sino que llama la atención sobre aquellos que se escudan en la comida para evadirse de los problemas: «Es un escape que genera esas endorfinas que te hacen olvidar, hasta que tienes que comer otra vez, lo que está pasando a tu alrededor que digamos es infumable».

Otra de las prácticas que está de moda es la de someterse a tests genéticos para saber si se es propenso a padecer ciertas enfermedades: «Con lo complejos que somos los humanos, pensar que analizando una mutación única puedes definir si te va a ir bien o no, se cae por su propio peso». El investigador denuncia que algunas compañías incluyen en ese proceso, no sólo a profesionales de la salud, sino la venta de productos ‘milagrosos’ que están diseñados para los genes de cada usuario. «Nosotros [los científicos] sabemos que todavía se desconoce, pero el cliente, que se deslumbra con estas páginas de internet, al final se lo compra», concluye.

 

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