El estrés, como un mecanismo instintivo para la supervivencia, nos es útil ante situaciones que requieren peligro, nos prepara para la lucha, para enfrentarnos a lo que se nos presenta o para huir.

Pero los tiempos han cambiado, el ser humano ha evolucionado pero los mecanismos fisiológicos siguen siendo los mismos, ahora, en respuesta a estímulos de presión psicológica que, de una u otra manera, nos rodean en nuestra vida diaria.

El estrés afecta de forma negativa a nuestra salud, tanto mental como física.

Cuando una persona padece de estrés continuado, su sistema inmunológico se ve afectado, por lo que suele ser más enfermiza (resfriados, dolores de cabeza, dolores musculares, problemas digestivos, alteraciones del sueño, trastornos de piel, menstruaciones irregulares…), suele estar poco motivada y es menos productiva en el trabajo. Puede aparecer el nerviosismo, la ansiedad, el miedo, enfado

No solo es importante saber tramitar el estrés que ya manejamos sino que se debe gestionar el ya acumulado.

El problema con el estrés llega cuando éste se perpetúa. Esto puede ocurrir porque las circunstancias externas de nuestra vida son desfavorables reiteradamente, porque nuestra posición o nuestra actitud ante dicho entorno no es la más adecuada y/o porque la cantidad de recursos tanto fisiológicos como psicológicos que poseemos son insuficientes para afrontar la situación.

Es por ello que en este curso vamos a poner en práctica y aprender distintas herramientas para  gestionar el estrés.