Este es el titular de un artículo que he leído esta mañana en un periódico.
Los colegios británicos imparten a sus alumnos, a partir de los 5 años, clases para sentirse bien.
En este mismo artículo te dicen que en 2014 se triplicó el número de niños y niñas que han necesitado apoyo por cuadros de estrés asociado a los exámenes. Datos escalofriantes. Algo pasa entonces, yo empezaría por plantear muchas cosas y hacer una revisión en profundidad de lo que funciona y de lo que no, de lo que hay que dejar atrás, porque está obsoleto, y de lo que hay que incluir porque la realidad es cambiante y va rápida, cada vez va más rápida.
Yo me planteo, ¿no será entonces necesaria la revisión de un sistema educativo que sigue los mismos constructos de hace décadas? Porque lo que antes era útil, quizás ahora no lo sea tanto, y eso no es malo. Es natural y realmente necesario que todo cambie, y es necesario también acostumbrarse a ello y preparar a los que serán adultos en unos años, de una forma adaptativa.
No es conveniente realizar un cambio radical porque volvemos al tema de la adaptación, pero si que hay que ir a la raíz del problema; desde luego que es positivo que se de importancia a lo que, en mi opinión y en la de muchas personas, es fundamental, que es sentirse bien con uno mismo, desarrollar competencias para la vida y que de forma significativa, nuestra realidad día a día mejore y nos sintamos a gusto con ello. Se comenta que hacen hincapié en cuidar aspectos útiles en la vida. ¡Claro que sí! Pero debería incluirse en el curriculum de todas las asignaturas; matemáticas, lengua, dibujo, música, en definitiva a cualquier asignatura que se imparta.
Y para ello es a los educadores, esas personas que hacen su labor de la mejor manera que pueden, a los que hay que darles las herramientas de la “felicidad” para que las utilicen en sus clases y de este modo puedan transmitirlas en su forma de trabajar con los niños. Esto si sería acercarnos a la raíz.
Hace dos días exactamente pude ver cómo una niña de 11 años, antes de cenar y de irse a la cama, me miraba con cara de “mañana TENGO QUE saberme todos estos verbos en gallego”. Tenía que reconocer, viendo un verbo aislado en un folio en blanco, el modo, el tiempo, la raíz, la conjugación y quien sabe que cosas más. ¿Te acordabas de que el indicativo tiene diez tiempos, el subjuntivo seis, el imperativo sólo uno y luego están las formas no personales?
¿No te acordabas verdad? Porque no lo aplicamos de modo aislado en un folio en blanco.
Relaciónalo, hazlo útil, muéstrame su sentido, hazme ver en clase que lo necesito para comunicarme y lo aprenderé. Eso quería decir la cara de estupefacción de esa niña de 11 años. Muéstrame el sentido de las cosas y ya me encargaré yo de aprenderlas. Y seguro que así me sentiré más feliz.
Me parece que pueden ayudar esas , para enseñar al alumno a sobrellevar la tensión del día a día, pero que no se queda sólo ahí.
Tengo datos de una onegé inglesa Childline que afirma que uno de cada diez británicos menores de 18 años sufre ansiedad y depresión crónicas.
¿Será esta la presión de los buenos expedientes tradicionales?. Pues cambiamos (presente del subjuntivo) la tradición porque cambiaron (pretérito perfecto simple) los tiempos.
Alejandra Dotor de las Herrerías
Psicóloga (nº colegiada G-4349)
Profesora de Biodanza ( Título oficial I.B.F.)