Soy músico. ¿Por qué después de hacer un masaje estoy mejor, pero empeoro a los 4 o 5 días?
Esta es una de las preguntas a las que cotidianamente tenemos que responder.
La respuesta es una de las claves de Albeitaría y de las terapias multidisciplinares.
El ser humano está compuesto de diversas partes y en todas ellas se instaura lo que podemos denominar “lesión”, “conflicto”, “trauma” en mayor o menor medida. Por tanto, si sabemos dónde puede estar, debemos acudir allí para resolverlo.
Pongamos un ejemplo. El modelo escogido es hombre, puesto que, aunque ya se empiezan a ver en muchas agrupaciones un aumento de las chicas,en viento, ellos suelen ser mayoría.
Soy primer clarinetista y dentro de 3 meses sé que tenemos un concierto importante. Me siento un poco tenso porque es mi primer concierto como primero. Ensayo, y mucho, no me puedo permitir fallar. Cada día me someto a 6 horas de ensayo. Hay algunos pasajes complicados, pero los voy sacando…
Al cabo de 3 semanas empiezo a notar mucha tensión en el cuello y en un hombro. No le hago mucho caso, sé que es de ensayar.
Al cabo de unos días noto más dolor, ahora me dan pinchazos si estoy mucho tiempo con los brazos en posición y me obliga a descansar de vez en cuando. Me está agobiando un poco, dentro de 2 meses tengo el concierto y lo tengo que hacer genial. No puedo parar de ensayar, esto es lo más importante.
Por la mañana me levanto bien, pero a medida que va avanzando el día noto la tensión en el cuello y en mi hombro cada vez más acusada, me agobio bastante y me estoy empezando a preocupar. Esta noche no consigo conciliar el sueño. Mi cabeza no para de pensar en el concierto, en el fracaso y en el dolor.
Trato de estirar cada vez que toco, pero nada. Esto cada vez va a peor. Me han hablado de unas sesiones de masaje muy buenas para estos casos, llamo y concierto una cita. Mientras tanto sigo ensayando, pero a un ritmo mucho más lento y con más dificultad, no puedo parar de tocar!, ¡el ensayo es importantísimo!
El terapeuta me ha hecho un masaje en el cuello y en los hombros, me ha dicho que es de las cervicales y que tengo sobrecarga y una tendinitis. Ala!! ¿Y ahora qué?, ¿Que tengo que descansar? ¡Ah, no puedo!. Vendré a más masajes. Al día siguiente me siento un poco dolorido pero parece que la cosa va mejor, me duele menos, puedo tocar y ya no me dan tantos pinchazos. Pero al 4º día todo empieza otra vez…me cuesta muchísimo dormir por las noches del agobio, me duele la barriga y empiezo a no ir bien al baño. Ahora incluso algún día me despierto por la noche del dolor. Estoy empezando a frustrarme y sentirme fatal. No voy a llegar, me voy a quedar sin trabajo, lo haré fatal porque no ensayo lo suficiente, me duele mucho y esto no se me pasa. Sigo con los masajes y mejoro pero vuelvo a lo mismo al cabo de los días. Esto me irrita un montón, estoy empezando a cansarme de todo esto. Encima ahora me he peleado con mi novia, dice que estoy insoportable, Si claro, ahora, ¡sólo me faltaba esto!
La historia puede sonar bastante. Ahora explicaré qué es lo que está pasando.
Estamos trabajando sólo una parte de ese ser humano. Sus músculos y tendones. Pero hay más cuestiones implicadas.
En primer lugar, este clarinetista, no actúa como lo que verdaderamente es: un deportista de élite de la música. No trata su cuerpo y su mente para soportar esta presión a la que se somete día a día, durante 6 o incluso más horas diarias. No realizar los ejercicios adecuados para mantener sus músculos tonificados, para soportar tanta tensión. Tampoco realizar ejercicios más específicos de flexibilización y estiramiento antes y después de tocar para garantizar la elasticidad y el tono correctos de sus músculos y tendones. Deja que su mente lo martillee con pensamientos de frustración, agobio y desastre.
Este hombre, al igual que muchas personas en su trabajo, está obligado a tener su cuerpo, su cabeza y sus brazos, en determinada posición durante mucho tiempo. Por tanto, no sólo sus músculos y tendones pueden llegar a estar sobrecargados e inflamados, sino que dependiendo de la posición, sus húmeros y clavículas, en este caso, están sometidos a una torsión importante. En el caso del clarinetista. La posición le obliga a mantener una flexión y rotación interna de sus húmeros por ejemplo.
Como suelo comentar en mis charlas y en otros artículos, nuestro cuerpo tiene una importantísima misión; mantenernos con vida, la supervivencia. Para esto, hace lo mejor que puede hacer; acumular información para cuando ésta sea necesaria. La información puede venir “de serie” o “aprendida” durante la vida. Eso es fácil de observar cuando nos realizamos un corte, por ejemplo y nuestro cuerpo y todas nuestras células se ponen a trabajar en la reparación. Saben lo que tienen que hacer. Cuando vamos paseando por un lugar oscuro y se produce en nosotros una emoción de temor, una sensación en el estómago, nuestras manos empiezan a sudar, nuestro corazón empieza a latir más rápido, etc, el cerebro envía información de huída. Ya lo hemos experimentado, sabemos lo que tenemos que hacer para sobrevivir.
La información no sólo se guarda en nuestro cerebro, lugar donde se conservan los pensamientos, sino que también se recoge en forma de emociones y éstas se almacenan en el resto de nuestro cuerpo, en nuestras vísceras y también en el resto de los tejidos.
Pues, ¿Qué ocurre con esta información de conflicto, de dolor, de frustración y agobio? ¿Qué sucede con esos músculos sobrecargados y con esa torsión articular a la que someto mis húmeros y mis clavículas, en este caso, cada vez que toco y no atiendo a los avisos de mi cuerpo?
Es en estos lugares, dónde no solamente se produce un efecto físico de sobrecarga y torsión, sino donde también mi cuerpo guarda toda esta información. Podemos entender fácilmente de esta manera el condicionamiento que se produce en ocasiones cuando oímos: “Sólo pensar en tener que ponerme…ya me agobia”.
La torsión articular de la que hablo no se refiere a que haya nada “fuera del sitio”, sino que en el lento, rítmico y sutil movimiento que existe en nuestro cuerpo, se produce una restricción. Este desplazamiento que se produce, independiente del pulso cardíaco y del respiratorio pulmonar, está presente en nuestro organismo desde el momento en que un óvulo y un espermatozoide se unen y comienza la vida. Ahí empieza este movimiento denominado craneosacro, el cual impulsa el desarrollo y hace tender a nuestro cuerpo siempre hacia la salud y la supervivencia. El movimiento craneosacro natural y equilibrado de los húmeros, es de rotación interna y externa a un ritmo adecuado y en la misma amplitud. La restricción de los húmeros del clarinetista se produce por una exagerada rotación interna, fruto de su posición continuada y forzada y una breve rotación externa. Esta falta de equilibrio en la rotación, es mantenida tanto por la sobrecarga muscular, como por la emoción acumulada. A pesar de aliviar la sobrecarga, la restricción articular y la emoción sigue existiendo. A cabo de los días, todo volverá a comenzar. La terapia craneosacra en este caso, ayuda a resolver estas restricciones articulares y devolver el equilibrio.
Las emociones almacenadas en los tejidos, deben disolverse, para que no supongan también un lastre. La terapia biodinámica, la terapia bioserak, la terapia de proceso somático y otras técnicas, son capaces de diluir esto nudos emocionales presentes físicamente en los tejidos y restaurar la armonía.
Es de esperar, que cuanto más tiempo haya pasado desde el trance, probablemente más se tarde en resolver, puesto que más arraigada estará la sobrecarga, torsión y la emoción. El trabajo multidisciplinar atendiendo a todos los lugares de almacenamiento y la inclusión de ejercicios y pautas adecuadas para cada en particular, son la clave para no volver a padecer o por lo menos para no llegar tan lejos.
María Garrido Garrido
Psicólogo, osteópata y terapeuta craneosacro.